Testimonios Familias


TESTIMONIOS DE FAMILIAS ACOGEDORAS EN LA MODALIDAD DE FAMILIA AJENA (ACOGIMIENTO PERMANENTE)
Testimonio 1
                                                                           Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te lleven a él”.
                                                                       Paulo Coelho.
Querida hija:
Recuerdo los primeros meses como una eternidad y, al mismo tiempo, como una bendición. No te salía llamarme papá. Yo era para ti “Paco nanne” (grande).
En tu corta edad, la vida no te dio la oportunidad de disfrutar de tus papis: un beso de buenas noches, llevarte al cole, mimos cuando te atacaba la fiebre… En cambio, te permitió conocer la oscuridad de las noches, la soledad acompañada, la frialdad del cariño…  en tu centro de acogida. La vida es una paradoja y, a veces, te da lo que no corresponde en ese momento.
Pero llegó el gran día y se produjo el encuentro. El miedo se apoderó de tu vejiga y cada cinco minutos mamá y la monitora te llevaban a hacer pipí. No nos dio tiempo a conocernos y ya estabas durmiendo en otra cama, fuera de tu ambiente y con gente que no conocías. Sólo de pensarlo se me dispara la adrenalina. Qué podías pensar tú… ¡tres añitos recién cumplidos!
Cuando llegaste a casa cambiaron nuestras vidas: la tuya y la nuestra. Poco a poco, se fue produciendo la metamorfosis hasta que un día nos dimos cuenta que las discusiones eran las mismas que tienen los hermanos biológicos.   
Papá y mamá, ¡qué pesados! Siempre tienes que hacer lo que te decimos, no te dejamos ni respirar, tenemos que educarte y eso fastidia un montón.  ¿Te acuerdas cuando nos decías: “me vuelvo al centro porque aquí no me dejáis ver la tele todo el día”? No fue fácil, pero, cuando pasa el tiempo, siempre guardamos los mejores recuerdos: llegar a casa después del trabajo y correr para darme un beso, o tu cara de felicidad cuando no te das cuenta que te observamos. Vamos por la calle y todo el mundo te saluda. Ya no nos llamas por nuestros nombres, somos tus papás y tu hermano.
Dijo Palacio Valdés: "Lo más triste es la tristeza de una persona alegre."  Nos creemos, los adultos, que una personita con seis años no entiende de sentimientos ni se da cuenta de lo que sucede a su alrededor. Eres el ejemplo vivo de nuestro tremendo error. Es sorprendente la capacidad que tienes para manejar en paralelo el cariño hacia las dos familias: biológica y acogedora, aunque, algunas veces, no haya que mirarte a la cara para darnos cuenta de que es difícil manejar la situación.
Nuestro acogimiento permanente puede ser un poco atípico, pero sabemos dónde estamos y hacia dónde vamos. Quizá te cueste entenderlo ahora. Todos en casa tenemos claro que eres un miembro más de la familia y no nos olvidamos que tenemos que COMPARTIR, con tu familia biológica, nuestro TESORO. En algunas ocasiones los padres acogedores nos parecemos a Smigol de “El Señor de los Anillos”.
Muchas veces sueño despierto que estamos en el día de tu boda. Entramos por la puerta de la iglesia cogida de mi brazo y cuando te dejo en el altar, al lado de tu marido, pienso: “trabajo concluido”.
Si me preguntas si es difícil, te diré que sí.
Si me preguntas si merece la pena, te diré que por supuesto.
Mirar atrás y recordar a esa pequeña desconfiada y verla ahora…… no tiene palabras. Sin querer ser pretenciosos, nos atreveríamos a decir que ella es, ahora, una niña feliz, con sus complicaciones, su carácter, sus días buenos y los que no lo son tanto, pero asentada en una familia de acogida que hace todo lo que está en su mano para que los cuatro encontremos equilibrio en nuestro hogar.
Tiene visitas con su abuelo paterno, ella va como loca. Es pequeña, y no entiende por qué sólo puede ver al abuelo un rato al mes. Con sus recién cumplidos 6 años, nos hace preguntas sobre sus padres, no entiende qué pasó. Y la realidad es tan dura, que es difícil tratar ahora algunos temas, y sin duda, requerimos de ayuda para ello, siendo el personal de APRONI, quienes nos ofrecen el apoyo técnico necesario.
Ella trata su historia de vida como “arma de guerra” cuando se enfada con nosotros: “quiero ver a mis padres”, “tú no eres mi madre”, ”me voy con otra familia”…… No, no es fácil. Pero yo pienso que cuando se le pasa el enfado vuelve a nosotros, busca nuestro calor y encuentra un lugar seguro, un sitio donde quedarse para aprender a querer y ser querida.
No nos queda más que animaros. Ojalá existiera una varita mágica que hiciera desaparecer los miedos de los peques, para que os dejárais querer, puesto que la vida está para disfrutarla y vivirla. Vuestra familia de acogida os quiere querer porque sí, no tiene la “obligación carnal” de hacerlo, aprovechad la oportunidad que el destino os ha ofrecido.
Y a los acogedores… sigamos aprendiendo de ellos. Son verdaderos supervivientes.  Aprendamos a dar y dar, sin tener que recibir. A tener paciencia y a ponernos en la piel del niño. A ser duros desde la cercanía y a dejarles su espacio para que maduren y asimilen lo que les ha tocado vivir.
Si me preguntas si es difícil, te diré que sí.
Si me preguntas si merece la pena, te diré que por supuesto.
Testimonio 2
En 1995 hice un viaje que cambió mi forma de entender la vida. Conocí la India y, en Calcuta, visité un orfanato de Madre Teresa. Aún recuerdo esas grandes habitaciones llenas de cunitas de hierro de color azul y verde con dos o tres bebés en cada una de ellas. Tuve el privilegio de conocer a Madre Teresa y le trasladé mi preocupación por el futuro de tantas niñas, ella me contestó: “el próximo año no vengas como turista, ven como voluntaria o haz algo para que se produzca un cambio, por pequeño que sea”.
Entonces comprendí que hay que pasar a la acción. Algún día adoptaría a un niño.
Nos casamos en 1997 y en el 99 nació nuestro hijo Paco. Fuimos madurando la idea de adoptar, pero pasaba el tiempo. Por fin nos decidimos a ir a una reunión informativa. De allí salimos más desilusionados que ilusionados, puesto que no era lo que esperábamos, con respecto a requisitos, plazos de espera y otras cuestiones. Pero al final de la reunión, una señora informó, de forma muy breve, sobre el acogimiento familiar. No conocíamos esta fórmula y nos llamó la atención.
Pasó algo más de tiempo y, casualidades o no de la vida, mi marido tuvo que hacer un curso en Osuna donde conoció a Eduardo Vargas, miembro de APRONI. En la celebración de final de curso, me lo presentó y hablamos del tema.
Yo creo que, finalmente, las casualidades no existen. La figura del acogimiento aparecía en nuestras vidas cada x tiempo como dándonos una llamada de atención. Y así, decidimos hacer realidad ese proyecto que nació en la India en 1995, pero con una variante: queremos ayudar a un menor y ofrecerle la posibilidad de un futuro mejor. No nos importaba que no llevara nuestros apellidos, porque ni nuestro propio hijo “nos pertenece”. Pensamos “cambiemos el rumbo de su vida (y de las nuestras), como dijo Madre Teresa, e intentemos construir, juntos, algo bueno para todos”.
Y así fue como, definitivamente, nos decidimos. En APRONI conocimos a Jesús y a Patricia. Cómo nos reímos en las citas para la idoneidad, y también, a veces, soltamos alguna lágrima. Por fin llegó el deseado “veredicto”: Idóneos.
Después de algún intento de espera, llegó el 15 de octubre  del 2008 con una llamada de Carmen Caraballo. Necesitaba hablar con nosotros por un perfil que podía encajar.
¡Qué nervios! Nosotros habíamos “solicitado” un menor de entre 5 a 8 años, ya que nuestro hijo tenía, entonces, 9. Además, preferíamos un varón.  Entonces, nos indican, es una niña que aún no ha cumplido los tres años de edad. Es sensible, sociable y cariñosa. Me quedé helada, yo no quería una personita de 2 años y, además, niña.
Mi marido lo tuvo claro desde el principio, le pareció perfecto. Yo no lo tenía claro. Lo hablamos mil veces, y he de reconocer que sin tenerlo totalmente claro, accedí. Hablamos con nuestro hijo y decidimos dar el paso.
El día que la conocimo fue muy emocionante. Apareció de la mano de su cuidadora. Aún no sabía pronunciar la R. Tan pequeñita… la traían vestida como si fuera Domingo de Ramos, no le faltaba un perejil. Vestidito beige, rebeca blanca (con bolitas) y zapatitos azules. Remarco lo de zapatitos, porque cuando se vino a casa a los 10 días salimos a comprarle ropita, y de un nº 22 que traía, le compramos un nº 24. Así tenía los deditos de los pies tan torcidos…, estaba usando 2 números menos.
El período de adaptación, en nuestro caso, fue breve. En una semana estaba en casa. Cuando llegó, no quería acostarse en la cama, tuvimos que meter muñecos para que consintiera subir. Y la ducha…… madre mía la que lió. ¿Las comidas? Todas le provocaban arcadas. Gritaba, lloraba, tiraba cosas, gritaba más…. Recuerdo a nuestro hijo, sentado en mi cama diciéndome: “mamá vamos a devolverla”, y nosotros le decíamos “Por Dios hijo, no es un pajarito, es una niña”.
El principio fue muy, muy duro. Y no se trataba más que de una niña, una niña asustada, con mucho carácter y que con casi tres añitos, la habían retirado de su familia y había pasado por dos centros distintos. Una niña indefensa y confundida, porque, posiblemente, los niños del centro y los cuidadores eran su referente familiar, y de la noche a la mañana, vuelta a empezar: la retiran del centro y la mandan a casa de una familia, con muy buenas intenciones, pero extraña al fin y al cabo. De locos. No fue fácil.
Por eso os pido, que antes de acoger lo tengáis claro, que no todo es bonito como en una película del domingo por la tarde, sino que como todo en la vida, hay momentos buenos y menos buenos. Hay que saber entender a estos niños, tener paciencia y comprender que lo han pasado muy mal, para poder aportarles todo aquello que necesitan.
TESTIMONIO DE FAMILIA ACOGEDORA EN LA MODALIDAD DE FAMILIA AJENA (ACOGIMIENTO DE URGENCIA)
Nadie dijo que ser padres fuera fácil, y que  ser hijo, tampoco es sencillo, sin embargo, no se nace siendo padres sino siendo hijos, y nos marchamos siendo, siempre, hijos de alguien, y no necesariamente siendo padres.
Además comenzamos a aprender a ser padres en el mismo momento que nos nace nuestro primer hijo, bien biológico, adoptivo o de acogida, y es entonces, donde cada día aprendemos algo nuevo, porque cada día trae sus cosas buenas y no tan buenas.
Y confiamos que nuestro testimonio de las motivaciones y las experiencias vividas en los acogimientos de urgencias realizados, nos ayude y os ayude a reforzar, nuestras y vuestras motivaciones.
Estamos en disposición de decir que nuestra experiencia en las acogidas ha sido muy buena y positiva en todos los aspectos y no solo porque nosotros hayamos estado y vivido a gusto, bien, mientras duraron, sino porque somos conscientes de que hemos podido dar a nuestros niños lo que han ido necesitando y no solo físicamente, sino también psíquicamente y emocionalmente y sabemos que con cada uno de ellos nos hemos entregado en cuerpo y alma, les hemos dado un trozo de nuestra vida de nuestro corazón, y ellos han ocupado y ocupan siempre un lugar muy importante en nosotros, en nuestra mente y en nuestro corazón.
Y aunque las despedidas (para la que nadie se prepara y que no se aprende) han sido duras difíciles y siempre dolorosas, las llevamos adelante, y fijaos que no digo ni bien ni mal, solo las llevamos lo mejor que podemos, y no dejamos que solo este punto difícil sea el que nos mueva a decidir si seguir o no, sino que miramos mejor a todo lo bueno (que es muchísimo) que tiene el acogimiento y seguimos participando en esta tarea, dando lo mejor de nosotros, y estamos contentos por la oportunidad que se nos brinda, de poder dar a los niños un poco de aquellos que carecen por diversas circunstancias que no vamos a enumerar aquí, y  quisiéramos pues, expresar que nos llena de gozo el saber que hemos sido y somos de gran ayuda a estos pequeñines, en esa etapa  tan importante de su vida, de bebés, donde requieren todo el cariño y mas,  que intentamos darles.
 Y nos gustaría resumir cual es nuestro estado de ánimo ahora, en una sola palabra: estamos muy  SATISFECHOS.
TESTIMONIOS DE FAMILIAS ACOGEDORAS EN LA MODALIDAD DE FAMILIA EXTENSA
Testimonio 1
Hoy me he puesto a escribir esta carta para contar nuestra experiencia con nuestra niña de acogida. Nuestro caso es diferente a la de otras familias, porque primero nos  trajeron a la niña y después nos lo tuvimos que pensar.
Yo que soy la madre acogedora os voy a contar nuestro caso. Mi marido y yo somos los padrinos de la niña, porque mi marido es familiar del padre. Nosotros nunca hemos tenido mucho contacto con la niña ni sus padres.
Cuando la niña tenía catorce meses, su padre se presentó en nuestra casa con la niña en brazos, y nos preguntó que sí nos podíamos quedar con ella, pues su relación con la madre era muy complicada y además ella había sufrido un accidente y estaban en el hospital. Nosotros no pudimos decir que no cuando la vimos. A partir de entonces, empezó nuestro duro camino para que esta niña pudiera estar bien y no le faltara lo que hasta ahora no había tenido, un lugar y una familia.
El principio fue muy duro, su madre estuvo en coma varios meses, y después de salir del coma quedó parapléjica.
Nosotros nos pusimos a pensar y ver qué era lo mejor para ella, y entonces nos pusimos en contacto con los Servicios Sociales de nuestro pueblo y trabajamos junto con ellos. No fue fácil, tardamos tres años para que tuvieran la certeza de que con nosotros era con quien ella estaba mejor, y entonces se constituyó el acogimiento permanente de la niña con nosotros.
Ya lleva cinco años con nosotros, y aunque desde el primer día yo la he considerado mi niña, o nuestra niña, es más importante que ella nos ve como su familia, aunque ella sabe que tiene otra mamá, que es la que la llevó en la barriguita y otro papá, además de una hermanita.
Le doy las gracias a Dios por habernos hecho este regalo y haber  agrandado la familia.
Testimonio 2                         
Os voy a relatar mi experiencia como  madre acogedora de una niña.
Ante todo deciros que es la decisión mejor que he podido tomar sin habérmelo propuesto antes.
Le doy gracias a Dios por haberme dado esta oportunidad que me hace sentirme tan feliz, por hacer feliz a una niña que por circunstancias de la vida  se vio un día sin una familia ni un hogar. También doy gracias a mi pareja y a mis hijos por haberla aceptado de la misma manera y darle ese cariño como padres y hermanos.
Esta niña fue retirada a su madre, su padre fallece poco antes y es llevada a un centro de protección al menor. Mi hermana (madre de la niña) me pide por favor que me haga cargo de ella y yo sin pensarlo dos veces lo consulto con mi pareja y mis niños y se les parte el alma de ver que la niña acogida está en el centro. De momento nos ponemos en contacto con la trabajadora social y contactamos cita con la psicóloga de protección al menor y nos hacen una valoración de nuestra situación personal.
Mientras tanto vamos a visitar a la niña al centro, cosa muy triste aunque la niña es muy fuerte a pesar de su corta edad, nos lo hace más fácil, y aunque no transcurre mucho tiempo para nosotros es eterno.
La niña comienza a venir a casa con permiso de fin de semana para una adaptación a la familia y al hogar, al poco tiempo ya se queda a vivir con nosotros, que día tan feliz cuando ya no tiene que regresar al centro.
Ella se adapta con mucha facilidad a vivir con nosotros, su mirada y su sonrisa han cambiado su expresión en el rostro es FELICIDAD. Nuestra satisfacción cada vez es más grande.
Uno de los recuerdos más bonito que se nos quedo fue cuando al poco tiempo de estar en casa nos pregunto que si podía llamarnos papá, mamá y hermanos. Nos dio mucho sentimiento y vimos la necesidad tan grande que tenia de tener una familia.
Hoy en día me hago a la idea que tuve tres hijos y aunque yo se que un día puede volver con su madre biológica siempre seré su segunda madre y siempre me tendrá cuando me necesite yo estaré para acogerla de nuevo.
Mi mensaje para las familias que puedan y quieran hacer esta obra social tan grande y gratificante que no lo piensen tanto que no es tan complicado, todo lo contrario es más fácil de lo que pensamos.
Hay muchos niños muy cerca de nosotros sin el cariño de unos padres y del calor de un hogar. Ofrécele ese calor humano que ellos están esperando. Nada os hará sentirse mejor. ¡ANIMO!.
TESTIMONIO DE UNA FAMILIA BIOLÓGICA
Lo que os voy a contar, tiene que ver con una de las situaciones más difíciles que he tenido que afrontar durante mi vida, enterarme de que mi nieto, había sido retirado de mi hija.
Yo soy viuda, y vivo sola, y mi hija me llevaba a mi nieto todas las tardes, para que pudiera verlo. Recuerdo que era feria, y mi hija me comentó, que iba a traer a mi nieto vestido de flamenco. Pero ello no se produjo. Desde ese día, pasó un mes sin que yo no supiera nada de él. En ese momento, llegó otra de mis hijas a mi casa, y me dijo, “vengo a darte una mala noticia, el niño ha sido retirado”. Me dijo que no me lo había dicho antes, para que no sufriera. 
Mi nieto, ingresó en un centro de acogida, y recuerdo que aquélla época, tampoco fue  fácil para mí, y mucho menos, para mi Antonio. Tras varias entrevistas, empecé a verlo cada quince días. Yo lo veía triste, de hecho, recuerdo haberlo visto feliz, en muy pocas ocasiones. Solía llorar, cuando se acababan las visitas, y me decía que quería irse conmigo. No fue fácil, nada fácil.
Reconozco, que tenía miedo de que no encontraran una familia para él, por lo que nunca olvidaré, cuando tras varios meses en el centro, me informaron que existía la posibilidad de que mi nieto tuviera una familia de acogida. Me puse muy contenta, puesto que no quería que permaneciera en un centro de protección.
Luego llegó un nuevo temor, puesto que al principio del acogimiento, tenía miedo de que mi nieto no encajara con la familia, pero ese temor, desapareció muy pronto, puesto que en las visitas que tenía con él, podía ver que estaba muy contento, y me contaba ilusionado, muchas cosas de su nueva vida y de su nuevo hogar. Fue en ese momento, cuando mi satisfacción fue plena.
También quiero contar, que el pasado año, me dieron otra gran noticia. Me dijeron “ ya está todo arreglado, está usted invitada a la primera comunión de su nieto”. Ese fue el día más feliz de mi vida. Así que, allí estaba yo, en la comunión de mi nieto, y por fin pude ver a los padres de acogida, para poder darle las gracias por lo feliz que me habían hecho. Nunca olvidaré como me sentí, me trataron como uno más de la familia. Recuerdo que estaba muy ancha, porque todo el mundo hablaba muy bien de mi nieto.
He de decir, que me encuentro muy tranquila, y sé que me puedo ir en paz, sabiendo que mi nieto está con una buena familia, que lo quiere mucho, y que hará de él, un buen hombre. Muchas veces pienso, la suerte que ha tenido de encontrar una familia, tan maravillosa.
Por ello, quiero darle las gracias, a todos esos padres acogedores, que hacen posible, que se cumplan las ilusiones de todos esos niños, que como mi nieto, necesitan de otra familia que les cuide, pero permitirme que os diga, puesto que es lo que pienso, que como la familia de acogedora de mi nieto, hay pocas.  
Muchas gracias.
CARTA DE DESPEDIDA A UNA MENOR QUE FUE ACOGIDA EN LA MODALIDAD DE URGENCIA
Mi pequeña princesita, que poquito tiempo nos han dado. Qué años más bonitos me has regalado. Qué feliz me has hecho desde el día en que llegaste hasta el día en que te fuiste. Como te echo de menos, a tu dulce vocecita, tus finos y rubios pelitos, tu pequeña y blandita barriguita, esa forma tan peculiar de andar de puntillas, esos días de desesperación que me dabas, esa manera de reír, al ser feliz, con la que hacías que lo demás también lo fuéramos, esos consuelos que con apenas un añito y medio ya me dabas, para que dejara de llorar, como te echo de menos a ti. Que mi vida se fue a Almería un día de Julio y no volveré a recuperarla hasta dentro de un tiempo, y cuando te vuelva a ver, prometo ser fuerte y no llorar. Espero ver como habrás crecido y aprendido miles de cosas nuevas. Espero ver a esa preciosa pequeña princesita regalando sonrisas y reclamando besos y abrazos.
Sé que te echo de menos, pero todo esta tristeza está compensada con toda la felicidad que has creado en nuestras vidas. Escribiéndote esta carta, estoy llorando, pero no se si de tristeza, de haberte ido o de la alegría de haberte conocido. Una cosa tan mala, pero otra tan buena, una buena razón para llorar, y es que a pesar de ser tan pequeña para el mundo, para mi eres tan grande, para mi, eres tan grande…
Cada día queda menos para volverte a ver, a sentir, a oír, a oler, ese olor que tanto me gustaba y lo sigue haciendo.
Aunque estés a tantos kilómetros, te diré que para mí, estás a mi lado, eres en la primera que pienso cada día al despertar. Y es que cuando me paro a pensarlo, lo que para mi es el final de una historia, para ti, es el comienzo de otra. Para ti es el comienzo de tu vida, y será fantástica, porque el Señor te ayudará siempre. Tus papás te enseñarán a vivirla, tus amigas te ayudarán a disfrutarla, y todos los que te queremos te levantaremos cuando te caigas, te corregiremos cuando falles…
Pienso ser tu ángel de la guarda, princesita mía.
Que esos preciosos ojitos marrones, nunca se nublen con lágrimas de tristeza.
TE QUIERO

No hay comentarios:

Publicar un comentario